LA STASI ENTRENÓ A LA
SEGURIDAD CUBANA
MICHAEL LEVITIN
Especial para el Herald
4/11/2007
En la cavernosa cárcel subterránea otrora operada por la notoria policía de seguridad de Alemania Oriental llamada Stasi, Jorge Luis Vázquez lleva a un visitante a una húmeda celda totalmente oscura y cierra la puerta de hierro. El mundo se desvanece. Momentos después, se abre la puerta.
''Bueno ¿qué tal fue esto?'', pregunta Vázquez, un exiliado cubano que habla el alemán con fluidez y estuvo preso en una de las celdas de la Stasi en 1987, cuando Alemania Oriental era comunista. Ahora Vázquez dirige giras por la cárcel convertida en museo.
Pero más que eso, él ya casi ha terminado de escribir lo que posiblemente sea el más completo y concluyente informe hasta ahora sobre las relaciones de la Stasi con los agentes del MININT, el temido Ministerio del Interior de Cuba.
Vázquez afirma que ha hallado que el MININT es ''casi una copia'' del represivo sistema de seguridad de la Stasi en Alemania Oriental, exportado por ese país a Cuba en los años 70 y 80, y que los lazos entre ambas organizaciones van más allá de lo que se pensaba.
Desde el espionaje en habitaciones de hoteles turísticos a una interesante mención de la droga alucinógena LSD, el nivel hasta dónde la Stasi entrenó y suministró materiales y respaldo técnico a la agencia de seguridad castrista tuvo un extenso y áspero impacto en Cuba.
Los alemanes enseñaron a los cubanos cómo instalar sistemas efectivos de cámaras y de grabación, como por ejemplo, a qué altura deben colocarse los micrófonos, qué tipo de papel de tapizar oculta éstos con mayor efectividad, y qué tipo de iluminación debe usarse para tomar los mejores videos.
La Stasi suministró computadoras e introdujo nuevos métodos de archivo que organizaban, protegían y aceleraban el procesamiento de información por parte de los cubanos.
Suministró falsos espejos para los interrogatorios y equipos para hacer máscaras, bigotes y otros tipos de disfraces para cuando los cubanos usaran agentes encubiertos.
Y según dice Vázquez, que tiene 48 años, los cubanos todavía practican lo que aprendieron de los comunistas alemanes.
''El sistema represivo que existía en Alemania Oriental (. . .) es el mismo que existe en Cuba actualmente'', precisa Vázquez. ``Lo que el MININT aprendió de la Stasi no se ha olvidado. Al contrario, [las técnicas y estrategias] se mantienen vivas a pesar de la caída del Muro de Berlín''.
El amenazante control de la Stasi sobre casi todo aspecto de la vida pública y privada de Alemania Oriental se puede conocer en la película The Lives of Others (Las vidas de otros), premiada este año con el Oscar a la Mejor Película Extranjera.
Se trata de un oficial de la Stasi y su conflicto interno mientras protege a un dramaturgo disidente cuyo apartamento está completamente minado de artefactos espías de la agencia.
Situada en medio de unos lúgubres bloques de apartamentos en el antiguo Berlín Oriental, la Stasi, abreviatura de Staatssicherheit, o Seguridad del Estado, se las arregló mediante el espionaje, la intimidación y la tortura para convertirse en una de las agencias de inteligencia más temidas del mundo.
Cuando se derrumbó el Muro de Berlín en 1989, la Stasi tenía 91,000 empleados y 350,000 colaboradores en un país de 17 millones de habitantes. Cuando se abrieron sus archivos al público a principios de los años 90, los ciudadanos de Alemania Oriental se enteraron de que hubo 986 muertes documentadas en la prisión, y descubrieron 112 millas de archivos de información sobre sus compatriotas.
Esa viene siendo la distancia que hay entre La Habana y Cayo Hueso, bromea Vázquez durante una gira por el museo, conocido ahora como el museo conmemorativo Berlin-Hohenschosenhausen.
Vázquez, quien tiene una abundante cabellera castaña y habla con mucho entusiasmo, aprendió alemán cuando era un adolescente en uno de los institutos de idiomas de Cuba. Después lo mandaron a Alemania Oriental como traductor para los cubanos que estaban estudiando allí, y de 1982 a 1987 vivió en Karl-Marx-Stadt, ahora Chemnitz.
También viajó mucho por Europa Oriental, donde sus conversaciones con la gente sobre las penurias diarias en Polonia, Hungría y Checoslovaquia ensombrecieron sus ideas sobre el comunismo. Según él, fue en Moscú ``donde más me traumaticé viendo el desastre político y económico del comunismo''.
Pero en 1987 Vázquez ayudó a un músico cubano que estaba de visita a escaparse a Canadá. Lo arrestaron y lo interrogaron durante una semana en la cárcel de la Stasi, y después lo deportaron a Cuba escoltado por una guardia armada.
Luego de varios días en una cárcel de La Habana que describe como una experiencia ''medieval, en celdas inmundas y diminutas, sin tener con qué cobijarse y oyendo los gritos de los otros presos'' lo soltaron, pero ya no podía conseguir casi ningún empleo.
Después, se casó con una ciudadana alemana, regresó a Berlín en 1992 y en 1996 pudo ver su expediente en la Stasi. Empezó a hacer sus investigaciones en el 2002 y ha descubierto cientos de archivos, leído miles de páginas de documentos oficiales y publicado docenas de artículos en Misceláneas, una revista de exiliados cubanos radicados en Suecia.
Admite que el informe no intenta ser imparcial.
''Quiero provocar un cambio'', dice. ``Cuando un sistema de seguridad tiene sus propias prisiones, jueces, abogados e interrogadores y nadie los controla, como ocurre en Cuba, es la seguridad estatal lo que está sosteniendo al Partido Comunista, y es la represión lo que sostiene al régimen cubano.
``Quiero responsabilizar al gobierno cubano; quiero denunciar sus relaciones con la Stasi''. Pero los materiales que él ha sacado a relucir de esa cooperación entre agencias de seguridad hablan por sí mismos.
La Stasi reconstruyó el sistema telefónico y de comunicaciones del MININT en 1988 para facilitar el espionaje. Antes de eso, en 1981, modernizó el sistema de imprenta del mismo ministerio para facilitar la producción de propaganda partidista y de pasaportes falsos que se utilizaban en el espionaje y la subversión, cuenta Vázquez.
La agencia alemana también renovó el sistema de seguridad del Aeropuerto Internacional José Martí en La Habana, instalando cámaras, casillas de control y equipos ultramodernos de rayos X, todo idéntico a lo que tenían en Alemania Oriental.
Los esfuerzos coordinados de espionaje entre ambos aparatos también ayudaron a aumentar los medios para la labor de inteligencia del servicio secreto cubano. El estudio de Vázquez revela que en 1985, la Operación Palma Real, una acción conjunta de ''espionaje electrónico'' de agentes cubanos y alemanes, resultó en valiosas interceptaciones de comunicaciones telegráficas y telefónicas de la Base Naval de Guantánamo.
Más allá, la Stasi entrenó a las guerrillas cubanas enviadas a ultramar para subvertir a otros gobiernos, enseñandoles tácticas de observación, espionaje e interrogación que expandieron considerablemente el impacto de Cuba en conflictos desde América Central hasta Africa, según los documentos que Vázquez ha obtenido.
''Lo que vemos es una copia del sistema de la Stasi que se extiende por todo el mundo desarrollado, desde Angola, Etiopía y Mozambique hasta Nicaragua, Guatemala y El Salvador''. Los cubanos a su vez les pasaban la metodología y la tecnología a otros.
Y está también la interesante mención de la droga LSD en una carta del departamento de suministros del MININT, que formalmente le solicita unas 360 dosis del alucinógeno. El documento no explica el uso planeado.
Sin embargo, las relaciones entre la Stasi y el MININT no siempre eran cálidas.
Vázquez revela que la agencia alemana frecuentemente criticaba a sus colegas del Caribe por ser desorganizados y descuidados al dejar que se filtrara información a espías estadounidenses, además de no adquirir dominio en el uso de códigos secretos.
''Era una confrontación cultural: los cubanos eran de una manera, por ejemplo, no eran puntuales, y los alemanes eran todo lo opuesto'', comenta Vázquez.
Algunos de los métodos de la Stasi simplemente no funcionaban en Cuba.
En Alemania existía una técnica para almacenar el olor corporal de los disidentes para poderlos perseguir con perros de ser necesario, pero eso no funciona en el húmedo trópico, según documentos hallados por Vázquez.
En los 18 años que hace que cayó el Muro de Berlín, la otrora Alemania Oriental tal vez haya hecho más esfuerzos que cualquier otro país del bloque soviético para abrir los archivos que se mantenían con información de sus ciudadanos, y por confrontar las sombrías interrogantes que todavía hay en su pasado.
Vázquez espera ahora que la publicación de su estudio pueda servir ''de base para otros, desde Polonia hasta Bulgaria, para realizar investigaciones similares'' en toda Europa Oriental.
Monday, November 05, 2007
lEast Germans drew blueprint for Cuban spying
ESPIONAGE http://www.keywen.com/en/s/t/a/STASI/ E. Germans drew blueprint for Cuban spying A once-jailed Cuban exile's research reveals how East Germany exported its repressive Stasi security system to Cuba, where it lives on today. Posted on Sun, Nov. 04, 2007 BY MICHAEL LEVITIN Special to The Miami HeraldBERLIN -- In the cavernous underground jail once run by East Germany's notorious Stasi security agency, Jorge Luís Vázquez leads a visitor into a dank, tiny, pitch-black cell, then slams the iron door shut.
The world vanishes into darkness. Moments later, the door swings open and light returns.
''Well, how was it?'' asks Vázquez, a Cuban exile who was jailed in one of these very Stasi cells in 1987, when East Germany was under communist rule, and now leads tours through the prison-turned-museum.
More importantly, he has found hundreds of East German government documents on Stasi relations with Cuba's own feared Ministry of the Interior, known as MININT, and is nearly finished writing what may well be the most thorough report to date on the links between the two security agencies.
Vázquez says he found the MININT is ''almost a copy'' of the repressive Stasi security system, exported by East Germany to Cuba in the 1970s and '80s, and that the ties between the two organizations run far deeper than previously known.
From how to bug tourist hotel rooms to an intriguing mention of the hallucinogenic LSD, the degree to which the Stasi trained and provided material and technical support to the security arm of Fidel Castro's regime had a sweeping and harsh impact on Cuba.
Germans taught the Cubans how to mount effective camera and wiretap systems for eavesdropping -- for example, at what height on the wall to install microphones, which color wallpaper provides the best concealment, and which shade of lighting for the best video recordings.
The Stasi provided computers and introduced new archiving methods that better organized, protected and sped up the Cubans' processing of security information. It delivered one-way mirrors used for interrogations and provided equipment to fabricate masks, mustaches and other forms of makeup so that when the Cubans sent out covert agents, ''they went in dressed with wigs, false noses -- the works -- credit of the Stasi,'' Vázquez says.
`MAJOR ROLE'
U.S. experts on Cuban security agencies agree with Vázquez's findings.
''East Germany had a major role in building up Cuban counterintelligence as well as its foreign intelligence services, providing training for decades . . . right up to the final days of East Germany,'' said Chris Simmon, a career U.S. counterintelligence officer and expert on Cuban intelligence.
And Cubans are still using what they learned from the Stasi, added Vázquez, 48.
''The repressive system that existed in East Germany . . . is the same one that exists today in Cuba,'' he says. ``What MININT learned from the Stasi has not been forgotten. On the contrary, [the strategies and techniques] are alive today despite the fall of the Berlin Wall.''
The Stasi's menacing control over almost every aspect of private and public life in East Germany can be seen in this year's Oscar-winning film The Lives of Others, the tale of a Stasi officer's inner conflict as he protects a dissident playwright whose apartment has been thoroughly bugged by the Stasi.
A FEARED AGENCY
Headquartered amid the grim Soviet-styled apartment blocks of the former East Berlin, the Stasi -- short for Staatssicherheit, or State Security -- succeeded through surveillance, intimidation and torture in becoming one of the most feared intelligence agencies in the world.
By the time the Berlin Wall collapsed in 1989, the Stasi had 91,000 employees and 350,000 collaborators in a country of 17 million.
When the Stasi archives were opened to the public in the early 1990s, East Germans learned that there had been 986 documented deaths at the prison and discovered 112 miles worth of files on their fellow citizens.
About the same distance as Havana to Key West, Vázquez joked during a tour of the museum, known as the Berlin-Hohenschoenhausen memorial.
Vázquez, who has brown mop-like hair and an excitable manner when he speaks, learned German while a teenage student in one of Cuba's language institutes.
He was later sent to East Germany as a translator for Cubans studying there, and from 1982 to 1987 lived in Karl-Marxstadt, now Chemnitz.
He also traveled widely throughout Eastern Europe, where his conversations with people about the daily hardships in Poland, Hungary and Czechoslovakia darkened his views of communism. It was Moscow, he says, that ``traumatized me the most, seeing the political and economic disaster of communism.''
But in 1987 Vázquez helped a visiting Cuban musician escape to Canada. He was arrested, interrogated for one week at the Stasi prison and then deported under armed guard to Cuba.
After several days at a Havana jail he describes as a ''medieval'' experience, spent in 'filthy, tiny cells with nothing to cover oneself with, listening to prisoners' screams,'' he was freed but blacklisted from most jobs.
He later married a German citizen, returned to Berlin in 1992 and in 1996 got to see his file in the Stasi archives. He began his research in 2002 and has dug up hundreds of files, read through thousands of pages of official documents and published dozens of articles in Miscellanea, a Swiss-based Cuban exile magazine.
And now he's putting the finishing touches on his report, ''The Havana-Berlin Connection: State Secrets and Notes on the Collaboration between the Stasi and MININT.'' He is now looking to publish the Spanish-language report in book form.
''I want to provoke a change,'' he says. ``When a security system has its own prisons, judges, lawyers and interrogators and no one controls them, as in Cuba, then the state security is what's sustaining the Communist Party, and repression is what's sustaining the Cuban regime.
``I want to hold the Cuban government responsible; I want to denounce it for its collaboration with the Stasi.''
COOPERATION
But the materials on Stasi-Cuban cooperation that he has uncovered speak for themselves.
The Stasi reconstructed MININT's telephone and communications system in 1988 to better facilitate eavesdropping. Before that, in 1981, it modernized MININT's printing press to enable better, faster production of party propaganda -- and false passports used for espionage and subversion, Vázquez says.
The Stasi also overhauled the security system at José Martí International Airport in Havana, installing cameras, migration control booths and state-of-the-art X-ray equipment that mirrored identically the security methods in East Germany.
Coordinated espionage efforts between the Stasi and MININT also helped widen the Cuban secret service's intelligence gathering. Vázquez's study reveals that in 1985, Operation Palma Real, a cooperative action of ''electronic espionage'' by German and Cuban agents, resulted in valuable interceptions of U.S. telephone and telegraph communications from the U.S. Navy base at Guantánamo, Cuba.
Furthermore, the Stasi trained Cuban guerrillas who were being sent abroad to subvert other governments, teaching observation, espionage and interrogation techniques that considerably expanded Cuba's impact on conflicts ranging from Central America to Africa, according to the documents Vázquez has gathered.
''What we see is a copy of the Stasi system that spread across the developing world -- from Angola, Ethiopia and Mozambique to Nicaragua, Guatemala and El Salvador,'' as Cubans passed on the methodology and technology to others, he said.
And then there was that intriguing mention of LSD, in a letter from the MININT's supply department formally requesting from the Stasi some 360 doses of the hallucinogenic. The document does not explain its use.
But Stasi-MININT relations were not always warm.
Vázquez said the Stasi frequently criticized its Caribbean counterparts for being disorganized, carelessly leaking information to American spies and failing to master the use of secret codes.
''It was a cultural confrontation: the Cubans were one way -- not punctual, for example -- and the Germans were the opposite,'' Vázquez said.
And some Stasi methods simply didn't work in Cuba.
Storing the scents of dissidents so they could be tracked down by dogs if needed, a technique used in East Germany, did not work in the hot and humid tropics, according to the documents that Vázquez located.
In the 18 years since the Berlin Wall fell, the former East Germany has made perhaps more effort than any other Soviet Bloc country to open up the security files kept on its citizens, and face the dark questions that still haunt its past.
Now, Vázquez hopes, his study's publication can serve as ''a base for others, from Poland to Bulgaria, to do similar investigations'' across Eastern Europe.