Manuel Rocha era bien conocido en los círculos de élite de Miami por su porte aristocrático, casi regio, que parecía apropiado para un diplomático estadounidense de carrera educado en universidades de máximo prestigio y que ocupó altos cargos en Argentina, Bolivia, Cuba y la Casa Blanca. El "Embajador Rocha", como prefería que lo llamaran, exigió y obtuvo respeto.
Así que el exagente de la CIA, Félix Rodríguez, tuvo dudas en 2006 cuando un teniente coronel desertor del ejército cubano se presentó en su casa de Miami con una pista sorprendente: "Rocha", habría dicho el hombre, "está espiando para Cuba"
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